Conjeturas
Que los de las transacciones son transitorios a corto plazo
Álvaro
Cepeda Neri
Mientras
Mancera, Videgaray y Osorio se preparan para la sucesión presidencial del 2018
(el PAN quiere postular a… ¡Calderón, pero María Luisa, alias Cocoa!), los
integrantes de los equipos, que no son gabinetes como se dice con
superficialidad, sino secretarios del despacho en el caso de Peña,
colaboradores respecto a Mancera y muy bien pagados miembros de la transición,
están advertidos que serán transitorios. Sólo se quedarán si dan resultados en
el corto plazo de un año. En cuanto tomó posesión, Mancera fue invitado a Palacio
Nacional y se puso de acuerdo con Peña. Ideológicamente pertenecen a la derecha
política, pues Mancera nada tiene de perredista, salvo su marca chuchista. Y
Peña es de centro-derecha con resabios del Opus Dei, en cuyas escuelas se formó
(su libro de cabecera es: Camino, mejor conocido como “el opus” o “la obra”,
una especie de “omerta” o ley del silencio escrito por el fundador de esa
asociación religiosa: José María Escrivá).
Algunos panistas
brincaron al priísmo, entre ellos varios directores de Comunicación, como en el
Senado y la Cámara de Diputados federales, donde Carlos Olmos Tomasini y Manuel
Argüelles, peones de “Max” Cortázar, son los mandamás y controlan el botín del
presupuesto para propaganda que otorgan a sus amigos y cómplices). Pero corre
el rumor de que no durarán más de un año. Van de paso, pues Peña los nombró con
la condición de que sean eficaces. Que den resultados. Tal vez los únicos que
tienen garantizado el sexenio sean Videgaray y David López, éste aún con su
adicción etílica. El resto transita en el filo de: “la haces bien o te vas”.
Peña quiere
lucirse en su presidencialismo obregonista-lópezmateista con el sello de
Atlacomulco, donde lo empollaron, con sus dos asideros: Salinas y Montiel y la
asesoría de Televisa. Hasta el momento es un presidente producto de los acontecimientos,
no un político creador de ellos para su promesa de mover a los mexicanos con la
mitad de la frase de Echeverría: “adelante”, que ha estado usando.
No es una
cabeza política, ni la tiene entre sus peñistas-priístas; lo que no debe ser
motivo para no aspirar a ser un político (que no demostró en su gobierno
mexiquense), capaz de valorar a sus empleados de primer nivel y deshacerse de
los que no sirvan en su periodo de prueba y que en un país como el nuestro ni
ese se debería permitir.
El largo período
entre las elecciones y la toma de posesión, no fue suficiente para probarlos. Ahora
deben ser transitorios en los cargos y demostrar que son capaces de cumplir con
sus obligaciones constitucionales, pues el único derecho que tienen es cobrar
su quincena y entregarse a sus tareas día y noche, pues aceptaron codirigir las
ejecuciones que les corresponden en el presidencialismo. Pero si como Calderón,
Peña mantiene a sus colaboradores por amistad o los renueva con otros amigos,
debe prepararse la Nación, con sus problemas, desgracias de inseguridad (van
más de 2 mil homicidios por la delincuencia), desempleo y creciente pobreza,
para una crisis nacional que exigirá el relevo de la cabeza presidencial.
Desafío
Rafael Loret de Mola
*Con Sombrero Ajeno
*Predadores Cínicos
*Una Apuesta Ibérica
Hace cinco años, al visitar el Museo del Holocausto en
Israel, el entonces presidente de los Estados Unidos, el junior George Bush, se
dijo conmovido con las exposiciones del horror nazi y se permitió una
sentencia:
--Esto demuestra –dijo- que el mal existe.
Por supuesto, en tal perspectiva él pretendía representar al
bien. Fuera de esta escena los valores están cambiados y Bush es observado,
todavía ahora, como el engendro de la perversidad que se proyecta hacia las
invasiones, las guerras y los amagos con los que la gran potencia universal
domina la perspectiva universal. La misma visión fatalista desde extremos
opuestos para sostener el dilema más arraigado de la humanidad: ¿en dónde
reside el bien y en dónde el mal?
Hace poco menos de nueve años, Teresa de Kerry, la esposa
del aspirante demócrata a la Casa Blanca que fue derrotado por el reelecto
Bush, John Kerry, ahora nuevamente rehabilitado por Barack Obama al designarlo
como próximo secretario de Estado en sustitución de Hillary Clinton a partir
del inminente 20 de enero,
aseveró que el origen de la postulación de su marido
debía cernirse al imperativo de romper con un círculo vicioso: extender el
belicismo para asimilar las reservas petroleras mundiales, esto es el verdadero
origen del conflicto en Irak y el consiguiente descabezamiento de su gobierno
tiránico. No eran los excesos de Saddam Hussein los que impulsaban la falsa
demanda de justicia para justificar la invasión estadounidense sino la ambición
por asegurarse el crudo y el poder real, por un siglo más cuando menos, lo que
impulsaba a los estrategas del Pentágono alentados por un clan desorbitado.
John Kerry perdió aquellos comicios sin que pudiéramos
conocer si, de verdad, entre los demócratas existían opciones reales para
adecentar la perspectiva mundial salpicada por las ejecuciones, los atentados
suicidas, el cobro incesante de víctimas inocentes y la despiadada exaltación
de la tortura en las cárceles y bases norteamericanas. Todos los días, sin
cesar uno solo, la contabilidad de los muertos de Bush aumentaba. Pese a ello,
el personaje no desperdició oportunidad para subrayar su fuerza incluso en los
territorios convulsos. Por ejemplo, durante una de sus giras al Medio Oriente,
todos los contrastes tuvieron lugar.
En Jerusalén, colapsado por aquella visita, el gobierno
decidió mantener a oscuras a un amplio sector de la ciudad, el este, para que
el mandatario pudiera disfrutar, desde su palaciega suite, el luminoso amanecer
que tanto evocaba en sus recuerdos. El destino se interpuso: el día previsto
para la contemplación amaneció con una niebla espesa tal que la agenda del
mandatario se vio afectada por no poder utilizar siquiera el avión de la Fuerza
Aérea Estadounidense marcado con el uno emblemático. Y debió proseguir por
tierra encontrándose con los deplorables retenes israelíes dispuestos para
aislar a los palestinos.
En el año 2000, este columnista atravesó la misma ruta y
pudo observar las tales aduanas militares para llegar a la bíblica Belén. Una
pareja de jóvenes, de origen vasco, fue sometida, sin otra razón que su origen,
a ofensivos interrogatorios antes de permitirles el paso. Ella, muy molesta, no
pudo contener una sentencia final:
--No puedo comprender por qué en donde nació Jesús priva
tanto odio y hay tanta violencia.
Nadie se atrevió a esbozar una réplica. Los hechos
confirmaban el doloroso panorama que, ocho años más tarde, es más denso y
complejo, más amenazante, aun cuando el pretendido cancerbero universal se
acercara a la Basílica de la Natividad, de culto ortodoxo por cierto, para
encender velas por una paz que él ha sido incapaz de proveer en su desbordado
afán por asegurar los intereses estadounidenses a cualquier costo.
¿Habrá alguien, en su sano juicio, que considere a Bush
junior un pacifista marcado por el idealismo? ¿Le propondrán, ya en su retiro,
para el Nobel de la Paz ahora que el galardón ya tomó sesgos estadounidenses al
premiar al ex vicepresidente Al Gore por sus afanes sobre el cambio climático
que él fue incapaz de atajar cuando desempeñaba funciones públicas específicas
y ni siquiera se animó a signar el llamado Protocolo de Kyoto a favor del medio
ambiente?
Las distorsiones no cesan bajo la férula de los poderosos de
hoy.
DEBATE
La línea de las grandes simulaciones encuentra en México dos
vertientes excepcionales. En realidad los espejismos se han mantenido siempre
si bien en sendos casos desbordaron todas las expectativas.
El primero se dio durante el régimen de Ernesto Zedillo a
quien no ha alcanzado la justicia. En este renglón, entre los ex mandatarios,
sólo Luis Echeverría fue exhibido para solventar el magro expediente de la
“fiscalía especial” sobre los crímenes del pasado. Los demás, con cargas
mayores, siguen recibiendo el calor de la impunidad aun cuando existen
testimonios de sobra para proceder contra los ex presidentes predadores.
¿O no hay evidencias sobre la infección sufrida por las
instituciones, infiltrada por los “cárteles”, durante la deplorable
administración de Miguel de la Madrid cuando, además, se produjeron casi
ochenta asesinatos de periodistas jamás resueltos a satisfacción? ¿Y acerca del
uso de la parafernalia oficial en los magnicidios de 1993 y 1994 que
modificaron, acaso con el aliento de Carlos Salinas, el perfil histórico del
país? Las revisiones ni siquiera se atreven a incomodar a estos grandes
protagonistas de la vida pública.
Sobre ellos, sin embargo, privan quienes navegan con aire de
triunfadores al sentirse intocables. El primero, a quien nombré el “gran
simulador”, es Ernesto Zedillo, quien habilitó la consumación de la primera
alternancia ofreciéndosela a la Casa Blanca con tal de ser protegido por ésta
mientras dure su existencia. No faltan, entre los dirigentes de la derecha,
quienes asumen que el papel de este personaje fue “fundamental” para el buen
aterrizaje “de la democracia” en 2000.
De haber sido así, ¿por qué nadie se refiere al telefonema
de Zedillo al entonces embajador norteamericano, Jeffrey Davidow, al mediodía
del 2 de julio de 2000, solicitándole avisar al presidente de los Estados
Unidos, Bill Clinton, que intentaría frenar el curso de los acontecimientos,
acaso anulando unos comicios que se le habían salido de control? La versión
sobre este incidente fue publicada en 2002 –Confidencias Peligrosas, Grijalbo-,
bajo mi autoría, y jamás ha sido desmentida. Ya tiene fe pública, al cumplirse
seis años de su divulgación, como suelen asentar los notarios.
Pero nadie osa inquietar al ex mandatario que sigue
acumulando salarios en las compañías, como la ferrocarrilera Union Pacific, a
las que sirvió durante su periodo deleznable. La simulación resulta extrema y
vergonzosa.
Y otro tanto abona el jilguerillo de San Cristóbal, Vicente,
alentado por su entrañable consorte –quien no cesa de reclamarle por no haber
logrado para México la exaltación presidencial del primer matriarcado sin más
consumación que la ambición por el poder-, en sus imparables periplos por los
foros empresariales que gustan de escucharlo y tener motivo para el
divertimiento institucionalizado. La fraseología del señor Fox es abundante en
anécdotas que luego son convertidas en los elementos sustantivos para alegrar
las densas reuniones de los prohombres del dinero. Un bufón, digámoslo sin
eufemismos, cortado con la simpleza del siglo XXI. La aristocracia universal
sigue procediendo igual que la del medioevo.
Pues bien, el señor Fox también aduce ser demócrata cuando
cayó en el garlito de imitar los vicios del priísmo hegemónico, tantas veces
denunciados por él, con tal de asegurar la continuidad de la derecha en el
ejercicio presidencial. Y no sólo eso: proveyó de condiciones para que la
rectoría política quedara en manos de cuantos ostentan el poder económico y se
presentan como los intocables, los mismos que fueron cómplices del viejo
régimen para el aseguramiento de una “estabilidad” centrada en los valores
entendidos, entre ellos la permanente especulación que los provee de ganancias
multimillonarias cuando los demás, el círculo rojo formado por quienes
sobreviven al día, enfrenta la paulatina merma de su poder adquisitivo.
Tales simuladores, como Bush, saludan con sombrero ajeno y
dicen ser exactamente lo contrario de cuanto son.
LA ANÉCDOTA
En noviembre pasado se cumplió un año desde la asunción
presidencial del franquista Mariano Rajoy Brey al gobierno de España.
Un economista, amigo de esta columna, previó un desenlace
más que complicado que no se dio aunque sí la crisis asfixiante que mantiene a
cinco millones de parados en las calles. Cuando no hay pactos poselectorales,
la Constitución hispana señala que el Rey, de no formarse gobierno con el aval
de una mayoría parlamentaria definitoria, puede inclinarse por estructurar un
régimen de coalición... sin las dos figuras centrales de cada uno de los
partidos más votados.
Una suerte de tercería, muy similar a la que se está dando
en Venezuela, en el otro extremo de la democracia. Y México ni siquiera llega a
este nivel.
**Es la hora de rescatar la política exterior de México,
arrinconada y sobajada por la derecha acaso desde aquella tormentosa cumbre de
Monterrey en la que Fox mandó a su casa al cubano Fidel Castro. Pero desde
antes nos habíamos extraviado por la ligereza de los cancilleres, casi
improvisados o dotados sólo de soberbia. Los nuevos embajadores deberán
responder a esta inquietud antes de que seamos sólo el cabús de la locomotora
latinoamericana.
email: loretdemola.rafael@yahoo.com
De Frente y de Perfil
Rendición de cuentas
Ramón Zurita Sahagún
Hace algunos años se desató la polémica sobre el salario de
los servidores públicos, donde los Ministros de la Corte, Consejeros del IFE y
otros más sobrepasaban en percepciones a las del presidente de la República.
Se acordó entonces que nadie podía recibir salario más alto
que el Ejecutivo federal, por lo que se buscarían los mecanismos para el ajuste
de salarios.
Ahora que los miembros del gabinete presidencial y el propio
presidente, Enrique Peña Nieto, rindieron su declaración patrimonial, queda
claro que eso no sucedió y que los secretarios de Defensa y de Marina cobrarán
percepciones más altas que las del Ejecutivo federal.
Pero no solamente eso, sino que los salarios de los
servidores públicos tendrán un extra que es lo correspondiente a los riesgos
que corren en sus respectivas labores.
Ese extra viene siendo un equivalente a los bonos de fatiga
que hace seis años gestionó para los miembros de su gabinete el entonces
gobernador de Tabasco, Andrés Rafael Granier Melo.
Agotados, tal vez, por el calor imperante en esa zona, los
funcionarios tabasqueños recibían un bono considerado de fatiga, que funcionó
durante los cuatro primeros años de gobierno y después de ello se prefirió
ocultarlo, aunque continuó distribuyéndose entre los cercanos al gobernador.
Hoy, la ciudadanía exige transparencia y rendición de
cuentas en todos los niveles de Gobierno, para conocer de cerca los haberes de
cada uno de los servidores públicos.
Fue por eso y basado en la legislación vigente que establece
que los nuevos servidores públicos deben hacer su declaración patrimonial antes
de que transcurran los primeros 60 días de sus nombramientos que el propio
presidente peña Nieto y los principales colaboradores cumplieron con el
requisito.
Sin embargo, quedan algunas dudas, ya que las declaraciones
que hicieron fueron sobre el total de bienes con que cuentan, aunque no del
monto, ni mucho menos de la ubicación, estableciendo que fue por arzones de
seguridad.
Con todo y ello, ahora sabemos que el presidente Enrique
Peña Nieto cuenta con cuatro casas, cuatro terrenos y un departamento, además
de joyas y obras de arte, un fondo de inversión y posesión de monedas y metales
y que no tiene adeudo alguno. Su salario mensual es de 193 mil 478 pesos, más
los extras ya mencionados.
Los secretarios de Defensa, Salvador Cienfuegos, y de
Marina, Vidal Soberón, tienen un salario de 200 mil pesos, aunque el Almirante
gana 132 pesos más que el Divisionario. El militar le gana al marino en
propiedades, ya que tiene cuatro casas, mientras que el otro solamente dos.
Miguel Ángel Osorio Chong cuenta con cuatro terrenos y un
departamento y un salario de 151 mil pesos y el de Hacienda, Luis Videgaray
Caso tiene una casa que compró de contado en octubre del año pasado y gana 6
mil pesos menos que su homólogo de Gobernación.
El Consejero Jurídico de la Presidencia de la República,
Humberto Castillejos Cervantes, gana más que los titulares de Gobernación y de
Hacienda, ya que percibe 151 mil 365 pesos.
Pero en ese terreno lo supera Emilio Chuayffet Chemor,
secretario de Educación Pública, con salario 168 mil pesos y con todo y que
fungió como secretario de Gobernación, gobernador del Estado de México, primer
director del IFE, procurador del Consumidor y otros cargos más, solamente
declara una casa y un terreno.
Llama la atención que los directores de CFE, Francisco Rojas
Gutiérrez, y de Conagua, David Korenfeld, perciban mayores ingresos que la
mayor parte de los secretarios del gabinete, sin pertenecer a él, mientras que
el director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, se encuentre debajo de ellos por 22
mil con el de Conagua y 30 mil con el de CFE.
Precisamente Lozoya es quien declara tener una fortuna en
obras de arte, un Picasso un Dalí y cuatro más del oaxaqueño Luis Zárate.
Sin que sea una política de discriminación, llama la
atención que las tres mujeres del gabinete, Rosario Robles Berlanga, Desarrollo
Social; Claudia Ruiz Massieu, Turismo y Mercedes Juan López, Salud, tengan
percepciones de 124 mil peeros mensuales, las más bajas de todas las del primer
nivel del gabinete.
El ejercicio realizado en cuanto comparativos arroja
resultados interesantes y se ve que quienes tienen más tiempo en la
administración pública, en los primeros niveles, no son necesariamente los que
más poseen en bienes.
RELEVO EN EL IFAI
Ángel Trinidad Zaldívar es el nombre más mencionado en
cuanto a posibilidades para asumir la presidencia del IFAI, cuya gestión a
cargo de Jacqueline Peschard llega a su término hoy.
Trinidad Zaldívar cuenta con una amplia y transparente
carrera dentro del organismo, donde fue cuatro años secretario ejecutivo y tres
más como comisionado.
Su desempeño le ha merecido reconocimientos dentro y fuera
del instituto, por lo que se presenta como una de las cartas fuertes para ello.
FORMAL PRISIÓN
Finalmente los militares recluidos por presuntos vínculos
con el narcotráfico no fueron liberados y, por el contrario, recibieron autos
de formal prisión.
El divisionario Tomás Ángeles Dauahare, así como el también
general Roberto Dawe, son los más conocidos de los militares detenidos y que
han sido vinculados con el Cártel de los Beltrán Leyva, basados en testigos de
oídas y bajo protección del gobierno mexicano.
El caso de Ángeles es sumamente polémico, ya que se mencionó
en distintas ocasiones que se trataba de una revancha por parte de las
anteriores autoridades militares, cuya cabeza era el general Guillermo Galván
Galván.
email:
ramonzurita44@hotmail.com
email:
zurita_sahagun@hotmail.com
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