miércoles, 26 de marzo de 2014

COLUMNA PRINCIPAL




El fútbol y el estigma de los jóvenes violentos 

 



Rubén Martín


Los hechos de violencia ocurridos en el estadio Jalisco, durante el partido de fútbol entre el Atlas y las Chivas del pasado sábado 22 de marzo, son un asunto muy grave y merecen verse con detenimiento. Es necesario este detenimiento para no llegar a conclusiones simplistas y no señalar a un solo culpable.

Los hechos en vivo fueron impactantes, pues se vio de modo claro, casi desde cualquier punto del estadio, una movilización de miles de personas que al ser replegadas por la policía parecían caer como fichas de dominó por las gradas; posteriormente se vio con claridad la persecución de los aficionados contra las fuerzas de seguridad.

Pero en la sociedad del espectáculo, nuestra percepción está mediada por los medios (valga la redundancia) de información y por las redes sociales.

A fuerza de los acercamientos, de la repetición de corrido y en cámara lenta y los close up, los hechos parecen más contundentes y que no necesitan mayor explicación y análisis.

Esta percepción moldeada por los medios parece decir: “lo vi en televisión, los hechos son muy claros, no necesito más explicaciones: los jóvenes vándalos y violentos son los responsables”.

¿Qué muestran las imágenes reproducidas en la televisión y los acercamientos fotográficos de los medios informativos? Se mira a cientos de jóvenes, la gran mayoría seguidores de las Chivas a juzgar por las camisetas, que persiguen y golpean a apenas dos docenas de policías municipales de Guadalajara. Se mira una media docena de imágenes en las que aparece un policía herido en las gradas que es pateado por varios jóvenes, se mira a otro policía con sangre en el rostro a punto de ser golpeado por un joven con el puño tenso y la rabia manifiesta en el rostro.

Estas imágenes son las que han estado modelando el juicio de la mayoría de los tapatíos y son las que parecen dar justificación a un juicio por anticipado en contra de la “brutalidad” de las barras de aficionados (en este caso de Chivas), contra “jóvenes violentos” borrachos y drogados, que persiguieron a pobres e indefensos policías. Y como ha ocurrido en otros hechos de violencia social, ésta se atribuye a sujetos de fuera, en este caso a las barras de aficionados que vinieron del Distrito Federal.

El paso para descalificar y estigmatizar está dado. Ahora se generalizara y con ligereza se dice que la mitad estaban borrachos y la otra mitad inhalaron solventes, que son unos bárbaros, barbajanes, criminales. Son los jóvenes violentos que ya tenían en mente provocar y generar un hecho de violencia de las dimensiones del sábado 22 de marzo.

Pero las cosas no son así de simples. Para tener la película completa, ojalá Televisa y TV Azteca pasaran el video (repetidamente y en cámara lenta) donde ocho policías están tundiendo a un solo aficionado, a quien prácticamente dejan desmayado (el video se puede ver en el portal internet del ex jugador y ahora comentador Luis García), esto antes de que se generalizara la violencia contra los policías. Se tiene qué tomar en cuenta que los policías llegaron golpeando con sus macanas a los aficionados que tenían al frente, tuvieran o no tuvieran bengalas, y según los barristas, dos de ellos cayeron desmayados por los toletazos.

Para explicar la violencia en el Jalisco, se tiene que tomar en cuenta la decisión de la directiva del Atlas de no venderle más boletos a las barras de Chivas, para crear la percepción de que había más atlistas en el estadio (al menos en la parte baja), es decir, tomar en cuenta una decisión comercial que influyó en los acontecimientos; este hecho fue un factor que explica el portazo y que explica la introducción de las bengalas al estadio.

Y finalmente, entre todos debemos reflexionar qué explica que ahora existan jóvenes aficionados que estén dispuestos a enfrentarse a la policía al tú por tú. Hace tres o dos década no existían estos sujetos jóvenes que integran las barras.

En su creación, no pueden evadir su responsabilidad ni autoridades, ni dueños de los equipos (Ricardo Salinas Pliego y Jorge Vergara), ni las televisoras, ni las empresas cerveceras, ni las empresas de ropa deportiva. Todos han ganado con un espectáculo como el fútbol, y todos se han servido de estos jóvenes para mantener este espectáculo. De modo que si hay que condenar la violencia del sábado 22 de marzo en el Jalisco, que sea pareja, que incluya a todos y no se descalifique solo a los jóvenes que son protagonistas sólo de una parte de la película.

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