lunes, 28 de abril de 2014

COLUMNAS



CADA UNES DESDE ALGÚN LUGAR DE JALISCO




4 PAPAS EN CEREMONIA DE CANONIZACIÓN


Fernando F. Velasco Villa SDG


El domingo 27, el destacado teólogo y maestro alemán Joseph Ratzinger, el Papa Emérito: Benedicto XVI y el humilde argentino Jorge Bergoglio: el Papa Francisco, estuvieron presentes, siendo la primera vez en la historia, en la que dos papas vivos, participaron en una ceremonia de Canonización. En ésta, se declararon “santos” a dos Soberanos Pontífices –también fue primicia que en la misma ceremonia declararan santos a dos Papas-: el italiano Ángelo Roncalli, llamado: ”Papa Bueno”, el sencillo pontífice: Juan XXIII; y el polaco Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo 11, que influyó en el cambio de la relación de poderes en el mundo y cuyo primer viaje internacional como Papa, en el que visitó México, fue determinante en su papado.

En la ceremonia de Canonización, que significa que se declara que alguien o algunos, queda (n) incluido (s) en el Canon –állbum- de los Santos de la Iglesia; estuvieron presentes cientos de miles de creyentes –y millones siguieron la ceremonia en la televisión o el internet- y multitud de Jefes de Estado, incluyendo a la Reina de España –de acuerdo al protocolo sólo las Reinas Católicas pueden asistir vestida de blanco (las demás mujeres asisten de negro)-, y excluyendo al Presidente Peña Nieto, “por tratarse de un acto religioso” y pertenecer a un estado teóricamente “laico” y en ocasiones prácticamente anticatólico, por la influencia de las sectas mazónicas en los gobiernos “revolucionarios” (estuvo presente su esposa: Angélica Rivera).

Tras el largo papado de Pio XII, Juan XXIII fue elegido a pesar de su avanzada edad, como un “Papa de transición”, sorprendiendo con la renovación que llevó a cabo en la Iglesia, por su sencillez y al convocar al Concilio Vaticano II, importantísimo en los cambios, como la celebración de la Misa, oficiada de frente a los fieles y en el idioma local.

Juan Pablo II, obrero, poeta y maestro, quien de niño padeció las muertes de su madre y su hermano y a los 18 años la de su padre, así como las inclemencias de la guerra; llegó al papado en 1978, como el primer Papa no italiano, después de varios siglos, sorprendiendo a la Curia romana, al encargar una alberca en las habitaciones vaticanas, para ejercitarse todas las mañanas, vigor minimizado, por el atentado de muerte que sufrió.

Se han levantado voces, reclamando la canonización de Juan Pablo II, porque no procedió contra Marcial Maciel, con relación a lo cual, me permito señalar lo siguiente:

1. Juan Pablo II debió escuchar comentarios negativos de Marcial Maciel, pero conociendo que muchos “santos” han sido calumniados, es lógico que pensara que se debían a envidias, o a luchas de poder; además los Legionarios de Cristo y el Regnum Christi que Maciel fundó, han realizado una gran labor y seguramente influyó en Juan Pablo la idea de que: “por sus obras los conoceréis”.

2. Juan Pablo II no fue amigo de Maciel, aunque éste, utilizando fotos donde se encontraban ambos, falsamente lo daba a entender y maliciosamente lo pregonaba.

3. Fue hasta el final de su pontificado, cuando Juan Pablo II recibió pruebas de los crímenes de Maciel, porque éste, indebidamente y a través de la red de poder que construyó, las interceptaba (…los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la Luz).




4. Mientras otras autoridades civiles y penales nunca procedieron contra Maciel, Juan Pablo II, cuando por fin recibió documentos que incriminaban a Marcial, de inmediato ordenó una investigación, que desafortunadamente concluyó un mes después de que Juan Pablo II había fallecido, habiendo tomado las medidas disciplinarias correspondientes, su sucesor Bendedicto XVI.

5. Juan Pablo II, no encubrió, ni fue en forma alguna cómplice de Marcial Maciel, sino que fue su víctima, ya que como muchos otros, fue engañado por ese criminal.

El que no se hubiera percatado de los crímenes de Maciel, es sólo una de las facetas en la vida de Juan Pablo 11, quien tuvo muchísimas otras muy positivas, confirmadas con los milagros que se dieron mediantes su intercesión –oficialmente: la curación de una religiosa francesa, que padecía Mal de Parquinson y la de una señora costarricense, a la que por un aneurisma le pronosticaban máximo un mes de vida, pero ha habido muchos más- y que llevaron a la Iglesia a declararlo: “santo”, lo que significa que está con Dios y que puede interceder por nosotros.

Hasta la próxima semana. ferfvelv@prodigy.net.mx




ALGO MÁS QUE PALABRAS



VOLVER LOS OJOS AL PASADO PARA ENTENDER EL PRESENTE



Víctor Corcoba Herrero

corcoba@telefonica.net



Cada uno de nosotros tenemos una historia que nos enraíza con la contemporaneidad. No es diabólico volver los ojos al pasado, reflexionar sobre lo que fuimos, que tiene mucho que ver con lo que hoy ocurre, para aprender de las necedades de otro tiempo, y trazar horizontes más hermanados. Realmente, el ayer es el comienzo de lo que ha brotado, para bien o para mal, pero que está ahí, y como tal, parte de nosotros, que somos eternos buscadores de verbos, activistas de renovados aires ansiosos por acariciar la verdad, exploradores de espíritus anhelantes, conductores de sueños con deseos de convivencia.


Ciertamente, en este mundo globalizado se han acortado las distancias físicas, pero las del corazón humano se alejan. Si viéramos en los demás nuestros propios latidos, seguramente tendríamos otras actitudes más comprensivas, otros lazos más armónicos, otras vidas más nuestras en un espíritu de cooperación. Todos nos necesitamos en este peregrinaje por la vida. Lo que sucede es que nos hemos dejado regir por la avaricia de los poderosos, sin escuchar a quienes no poseen riqueza alguna, que por cierto cada día cuentan menos en los incorrectamente denominados Estados sociales, democráticos y de derecho.


Efectivamente, nada permanece firme en esta vida, tampoco nuestra historia para entendernos. Nosotros mismos en cada amanecer ya somos diferentes. La realidad es que hemos destruido, más que construido, y lo primero que hemos desmoronado ha sido el vínculo afectivo humanitario. Lo hemos hecho con tal egoísmo, que a diario somos arrasados por el huracán de las injusticias más horrendas. Cuando se pierde el respeto por la misma especie se levantan muros intransitables, que en lugar de fraternizar, se repelen abriendo luchas e impulsando desencuentros. La mayor colisión germina de la propia justicia humana, que suele llegar tarde, mal y nunca. La realidad es que domina el imperio del más fuerte. Las masas trabajadoras vuelven a estar sometidas a una miseria cada día más dura, con salarios indignos que fomentan la exclusión, y en condiciones verdaderamente arcaicas.


Por desgracia, los que hoy tienen voz, y auténtico dominio sobre la especie humana, son los intereses del colectivo financiero, que cuentan con un ilimitado poder, en la medida que pueden decidir el propio destino de la humanidad. A éstos, nadie les controla, los mismos poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) se solapan y se confunden, se doblegan a sus consignas, obedecen a sus órdenes. Los parlamentos, igualmente, se han convertido en tribunas con apenas capacidad decisiva, por eso sus programas son pura mentira, avivando de este modo una clase deslenguada de oportunistas y vividores, arropados por un sistema, que dista años luz de ser un auténtico foro para la protección y el ejercicio efectivo de los derechos humanos. Los mismo sucede con los diversos sistemas judiciales, hay un terreno fértil para la corrupción. Desde luego, para generar un entorno de rectitud es esencial, además, un sistema que actúe con eficacia y responsabilidad. De un tiempo a esta parte, la impunidad campea a sus anchas, mientras la humanidad se desespera. Bajo este desastroso panorama, considero una necesidad, la de volver a abrir las ventanas a la decencia, aprendiendo a usar todo este universo a nuestro alcance de manera equitativa.


Los hemos de hacer cambiando de raíz los sistemas corrompidos. El momento es pésimo. Para ello, lo primero que se me ocurre es dar valor al espíritu de justicia, para que se pueda transformar todo este desajuste, en una objetiva conciencia de unidad. Toda la especie ha de sentirse reconocida y entusiasmada en un objetivo común: en el compromiso por mejorar los controles necesarios para que la democracia prospere, fortaleciendo la imparcialidad de los órganos judiciales. Indudablemente, de los errores también se aprende. El ser humano no puede degradarse en dictaduras económicas o de gobierno, ha de propiciarse otra vida más allá del propio lucro personal o individualista. Es un horror, pero ahí está, se viene instaurando una nueva opresión incorpórea, en ocasiones virtualmente, que impone de forma caprichosa sus leyes y sus reglas. Esto no es nuevo, el afán de poder y de tener nunca ha tenido límites en el ser humano, pero ahora parece que se ha institucionalizado en el mundo este desorden, hasta el punto de relativizarlo todo con la permisividad.


Ante este clima de confusión, pienso que sí, que hay que hacer retentiva del camino recorrido. Pienso, por tanto, que sería saludable para toda la familia humana volver la vista atrás y hacer análisis de nuestra propia memoria. En los ojos del recuerdo hay escritas tantas lecciones que vale la pena retornar a ellas, aunque sólo sea para sentirse vivo. Precisamente, en estos días (8 y 9 de mayo) Naciones Unidas nos llama a rendir un homenaje a todas las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Fue a raíz de este conflicto militar global, en la que se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del planeta, lo que motivó las condiciones que permitieron crear esta organización internacional. Por entonces, fueron cincuenta y un países los que se comprometieron a mantener otro clima más pacífico, fomentando relaciones de amistad y promoviendo el progreso social, la mejora del nivel de vida y los derechos humanos.


Ahora tenemos otros campos de batalla, tan crueles como los anteriores, que han de instarnos a reaccionar de manera coordinada y resolutiva. Nuestros líderes tienen que gobernar para la humanidad y no únicamente para esa legión de poderosos que todo lo manipulan a su antojo. La voz de los excluidos no se oye y nada importa. ¿Qué democracia es ésta? Todas las voces humanas deben ocupar prioridad en las agendas de los gobiernos. Es muy significativo el abandono que sufren los que nada tienen mientras otros lo dilapidan todo y nada se hace porque cesen en la actividad del despilfarro. Ante estas injusticias mundiales, hay que responder adecuadamente con medidas ejemplarizantes, y ha de ser desde instituciones independientes de ámbito planetario.


Está visto que actualmente no podemos controlar ni nuestro personal cometido, cuando a todos nos incumbe por igual gestar el futuro que queremos. Sin duda, deberíamos acudir más a los interrogantes y a los recuerdos para trazar ese porvenir que todos estamos obligados a cosechar en unión. En cualquier caso, debemos usar toda nuestra creatividad por implantar un mundo gobernado de otra manera, que propicie la fraternidad como norma y el bien de todos y de cada una de las personas. En este sentido, resulta primordial reflexionar sobre lo vivido para realizar algo importante que destierre la pobreza, poniendo a disposición de todo ciudadano recursos sociales mínimos hasta el momento actual impensables. Por algo se empieza. Todos nos merecemos ese mínimo vital por el hecho de ser ciudadanos. No caben los desheredados en la familia humana. Al fin y al cabo, somos hijos de un mismo tronco y descendientes cautivos de mil circunstancias. Tampoco lo olvidemos.



México a través de nuestro fútbol


Carlos Eduardo Villalobos


México es un país complejo, lleno de situaciones diversas y de problemas de todo tipo. Es frecuente que entre sus ciudadanos las cosas lleguen a pasar desapercibidas y que los problemas simplemente estén ahí sin ser resueltos. Vivimos la violencia, la corrupción y muchas otras situaciones críticas día a día y pareciese que simplemente no nos damos cuenta que están ahí. O peor aún, sabemos que las cosas que suceden a nuestro alrededor no están correctas y optamos por no hacer algo al respecto.

Lo que me gustaría hacer aquí es traer la situación de nuestro México a un escenario conocido, familiar para millones y por supuesto apreciado con un sentimiento muy especial como lo es sin duda la pasión por el fútbol. Este deporte es el más popular en el país, a pesar de su mala calidad, las situaciones que se presentan en su medio y de las desilusiones que nos hacen vivir a los mexicanos; el fútbol tiene tal importancia para nuestro país que supera por mucho los intereses políticos, sociales o económicos que puedan surgir en la mayoría de los mexicanos.

Así como nos preguntamos si tenemos el gobierno que nos merecemos, muchos nos preguntamos también si el fútbol mexicano es lo que nos hemos ganado como sociedad mexicana.

Ante esta disruptiva podemos llegar a la conclusión de que sí, el fútbol mexicano no es más que un reflejo de nuestro país y por tanto su calidad no podía ser otra puesto que las cosas en el medio futbolístico se hacen como muchas otras cosas en México, a la “mexicana”.

Para empezar, podemos tomar el caso de los futbolistas quienes son los protagonistas dentro de la cancha. Regularmente uno enciende el televisor o asiste a un partido de la liga mexicana y puede estar seguro que le esperan por ver 90 minutos de fútbol de mala calidad. La mayoría de los jugadores se ven desinteresados, pierden el balón con facilidad y realizan esfuerzos mínimos a lo largo del partido; por lo regular prefieren tirarse y actuar una falta en lugar de buscar con fuerza ganar el balón. En fin, todos hemos llegado a ver un partido local y saben un poco a lo que me refiero. Lo curioso es que en la realidad fuera de las canchas, uno percibe a una sociedad que realiza su trabajo con la misma actitud que un futbolista en México. Serán los malos salarios, las jornadas largas o simplemente la falta de trabajo lo que ha hecho que en México el hablar de trabajo refiera a una actitud negativa de parte de la sociedad. Es entonces que los futbolistas, quienes tienen todas las facilidades para llevar a cabo un trabajo de calidad, mantienen la misma actitud ante el trabajo que la mayoría de los mexicanos.

Otro reflejo de nuestro país en su fútbol se ve a nivel directivo. La forma de manejar a los equipos y a los jugadores se mueve en un medio plagado de intereses personales y de formas de corrupción de todo tipo. En México se pueden sostener equipos con fondos provenientes de la corrupción. Se pueden salvar equipos que merecen bajar de división con tan solo unos movimientos económicos. Se puede hacer con un futbolista lo que venga en conveniencia de un directivo. En el futbol mexicano, como en México, se puede hacer todo.

Nuestra selección mexicana nos presenta sin duda el caso más evidente de lo que podemos ver de nuestro país en el fútbol. El escenario en búsqueda de llegar al mundial era el siguiente: La situación de la selección mexicana estaba en crisis –al igual que la de nuestro país-, los jugadores tenían mal nivel, se cambiaba de director técnico en cada partido, las decisiones de los directivos eran malas y todo esto casi nos deja fuera de la copa del mundo. Se terminó por improvisar a la “mexicana” y sacar el pase a Brasil de último momento (con ayuda de la selección de Estados Unidos, con lo que la analogía entre el fútbol mexicano y el México actual se confirma aún más).

En fin, mientras todo este proceso sucedía con la selección, uno podía ver que las cosas se desarrollaban tal como pasan con los gobiernos de nuestro país. Así como comenzaba la eliminatoria para ir al mundial, con esa ilusión nos vemos los mexicanos ante unas nuevas elecciones de gobierno que nos oxigenan para volver a creer en que ahora “sí se puede”. Por fin salen los seleccionados mexicanos a la cancha, también lo hacen los funcionarios en sus dependencias de gobierno y comienza la cruda realidad. Conforme va transcurriendo el tiempo, las cosas tanto en el fútbol como en nuestro país solo pintan a mal. Llegan los malos resultados producto de un mal desempeño, por todos lados surgen inconvenientes y nadie presenta soluciones. La violencia se presenta en los estadios, al igual que inunda las calles de todo el país. La situación llega a un punto crítico ante el cual la sociedad debiera decir “ya basta”. Sin embargo cuando el panorama es más que negro, se le presenta a la selección una última y sencilla oportunidad de calificar al mundial frente a un rival de bajísimo nivel. Es ahí cuando surgen los “héroes”, así como aparecen nuevos candidatos para las nuevas elecciones, llega un nuevo director técnico a la selección quien tras lograr un par de victorias se vuelve la solución a todos los problemas.

De nuevo volvemos a olvidar lo ocurrido, nos dejamos inundar por los medios de comunicación quienes nos llenan de nuevo con la ilusión de viajar al mundial para ver que sí se puede. Y aunque conocemos lo que muy probablemente sucederá, seguimos siendo cómplices pasivos de lo que pasará en nuestro fútbol y más importante aún, lo que sucederá en nuestro país.

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