miércoles, 20 de agosto de 2014

COLUMNA PRINCIPAL




Fiestas callejeras y ausencia de Gobierno



Jorge O. Navarro

El sábado pasado (16 de agosto) anocheció cargado de presagios de fiesta en un barrio de la colonia Mirador del Sol, en Zapopan. Ya en la madrugada del domingo el jolgorio se convirtió en una enorme escena digna de CSI Miami, con casi tres centenares de jóvenes tirados en el pavimento, detenidos y luego arrestados. Habían acudido al cruce de las calles Helios y Perihelio a un singular festejo, el cumpleaños de un chavo de 18 años que, dicen, se llama Chamín Godoy. Se convocó por redes sociales y a la pachanga se le llamó “la fiesta de los 4 mil”.
Por fortuna, jamás se reunieron los cuatro mil esperados, pero un evento así, en la calle, sin preparativos ni estructura, sin control, era un peligro garantizado. En Zapopan es punto menos que milagro el hecho de que cada año se realice la Romería de la Virgen y nunca ocurren nada, aunque cientos de miles (millones, dicen los que tienen más fe) se vuelcan a la avenida Ávila Camacho para ver pasar a la milagrosa imagen. Pero la Generala no estuvo convocada en Mirador del Sol, y los muchachos abusaron de su suerte; los colonos reportaron riñas, ruido, alcoholizados y todo lo que no debe ocurrir en la calle de un barrio vecinal.
Llegó la policía, se armó la gresca y los uniformados impusieron el orden. Las cifras apuntan a 281 detenidos, de los que una tercera parte eran menores de edad. Todos fueron liberados antes de que se abrieran las escuelas para el regreso a clases, pero la controversia está asegurada, porque sobran las denuncias de abuso de la fuerza por parte de los elementos de seguridad. Vamos, presionada por los hechos, la Comisión Estatal de Derechos Humanos confirmó que investiga los hechos para determinar si uno o varios policías incurrieron en faltas o delitos.
Si algunos elementos de la policía zapopana son castigados porque cumplieron con demasiado celo sus funciones, pues eso será tarea aparte.
Pero lo que ocurrió esa noche es un foco de alarma (otro) para las autoridades municipales (todas) de la gigantesca Área Metropolitana de Guadalajara, con sus más de cuatro millones de habitantes. En incontables puntos de la ciudad, cualquier día pero sobre todo los fines de semana, hay cierres de calles porque los vecinos festejan un cumpleaños, organizan un juego de futbol callejero o ensayan un baile. Los motivos son tan variados como inverosímiles, pero el hecho es que cruzan un carro o dos en las bocacalles y que el mundo ruede…
Exigir el derecho de libre tránsito es una exquisitez que se antoja fuera de lugar. Pero que esto ocurra sin que la autoridad tenga el más mínimo conocimiento es tan peligroso como conceder islas intermitentes de ausencia de Gobierno. En estos cierres callejeros ocurren faltas administrativas y delitos; y también se pone en riesgo la integridad y la vida de muchas personas.
Si los reglamentos municipales y las leyes del Estado o las del país ya no cubren estos sucesos en la ciudad, los municipios y subrayadamente sus policías, deben implementar un mecanismo para salir al paso. Quizá —es sugerencia— deben admitir que los vecinos avisen, que alguien se haga cargo y dé un nombre y un horario; así al menos se sabría que existe una reunión y se podría aplicar una medida de seguridad.
¿Debe esperarse una desgracia mayúscula?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinion es muy valorada