miércoles, 23 de julio de 2014

COLUMNA PRINCIPAL




Mamá Rosa


Víctor Hugo Prado 

El miércoles pasado nos despertamos con la prensa mexicana e internacional describiendo al albergue “La Gran Familia” que dirigió “Mamá Rosa” como un infierno. Después del cateo llevado a cabo por un operativo conjunto de la Policía Federal y el Ejército el martes pasado. Lo dijeron las autoridades, el lugar se encontraba llena de piojos, cucarachas, restos podridos de comida, ratas, niños hacinados, desnutridos y con el dictamen de unos niños que habían declarado haber sufrido abuso físico, psicológico y sexual, así como una especie de encarcelamiento. El abuso físico, psicológico y sexual, quien lo haya perpetrado, sin duda debe pagarlo.
Sin embargo, es importante expresar que existen versiones diferentes a la oficial sobre Mamá Rosa. Algunas de las voces que disienten han sido las de Jean Meyer, historiador, investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores, los escritores Héctor Aguilar Camín, Angeles Mastretta, Tereza Zerón-Medina Laris, así como J.M. Le Clézio, Premio Nobel de Literatura (2008).
El 17 de julio J.M. Le Clézio, escribió para la revista Nexos, entre otras palabras: “que su leyenda irrite y moleste no debe sorprender. Rosa (Verduzco) nunca midió sus críticas al egoísmo de sus contemporáneos, esa clase poseyente que tiene la garantía de la fortuna y la convicción del poder. El 16 de Septiembre, en medio del desfile de los alumnos de las escuelas privadas, marchaban orgullosamente las cohortes hirsutas de los miserables en sus uniformes deslavados, para recordar al mundo su existencia. En varias ocasiones armaron intrigas contra Rosa. Estuvieron a punto de expulsarla, porque su institución se encuentra en el centro de Zamora, a la vista de los barrios elegantes, y que a los vecinos les purga esa presencia. Fueron muy lejos en la calumnia: la acusaron de pegar a los niños, algo que siempre negó. Peor aún, de prostituirlos, hasta de traficar órganos. Supo resistir siempre. Logró que algunas escuelas privadas, de cara colegiatura, dieran clase cada tarde a sus hijos, sin cobrar. Maestros de piano, violín, o trompeta llegaron del mundo entero a enseñar música a los niños. Gratis por Deo. Puede que algunos de estos extranjeros sean impresionados por la severa disciplina que Rosa mantiene en esas clases. Pero cuando los niños tocan, cuando cantan, algo de una extraordinaria pureza sale de sus pechos, algo que trasciende la realidad y abre la esperanza”.
Desde los 16 años cuando sus compañeras y ella tenían edad para buscar esposo, ella buscaba niños perdidos” afirma Jean Meyer. “Recogió 10, luego 20, luego 50. Hoy son varios cientos”. Concluyendo, así como hizo el gobierno federal para rescatar del “secuestro”, de la mendicidad, de la pobreza, de la mugre, de la desnutrición y la incomodidad mediante un operativo digno para aprender a la Tuta, así debería rescatar a los 21.2 millones de niños entre 1 mes y los 17 años, que según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) viven en la pobreza, representando el 53.8% de la mitad de los niños del país. Ahí hay más piojos, cucarachas, camas de tablas, más niños maltratados y desnutridos que los encontrados. Finalmente, el Estado debe asumir la responsabilidad de substituirles a los niños la calle por albergues, diseñados para que estudien y trabajen para lograr su futura inserción social.

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