lunes, 5 de agosto de 2013

EDITORIALES











ALGO MÁS QUE PALABRAS



Víctor Corcoba Herrero


RESTABLECER NUEVOS MARCOS DE CONVIVENCIA


                Cada día es más importante restablecer nuevos marcos de convivencia. Lo cierto es que somos muchos, y cuánto más somos, más solos estamos. Creo que uno de los instrumentos más eficaces para salir de esta antipatía solitaria, pasa por vincularse a la cultura. Hablo de un culto a una auténtica cultura como expresión de entendimiento, como conjunto de principios y valores que constituyen el alma de un pueblo, la misma razón del ser humano con su hábitat y su misma especie.  La ciudadanía exige que se respete su derecho a una vida plenamente humana, nos la merecemos, y tenemos también el deber de cultivarla. Ahí están los lenguajes universalistas de los tratados entre países, sus ciudadanos y los pueblos, que tienen como objetivo principal la convivencia entre mundos diversos. Se han construido alianzas, se han trazado objetivos, se han incentivado las relaciones, ahora nos queda poner en valor los principios de cooperación y colaboración, de amistad y hermanamiento, conscientes de la necesidad de seguir mejorando las condiciones de vida del ser humano, teniendo presente las características distintivas de cada colectivo. Evidentemente, en una sana armonía la discriminación no puede existir para que se produzca el acercamiento de unos y de otros. El hecho de que existan privilegios y dominadores dificulta gravemente la concordia y entorpece cualquier asunto que aliente a la unión. También a la unidad. De ahí, la conveniencia de trazar otros caminos que conlleven unos vínculos menos despreciativos con las personas.

                La negación de los derechos humanos básicos de ninguna manera va a favorecer acuerdo alguno. Por este motivo, convencido de que hay exigencias de mínimos que deben cumplirse, es preciso forjar en el mundo un nuevo lenguaje de compromisos y acciones. No se puede convivir bajo criterios que discriminen a las poblaciones. Es el caso de tantos pueblos que padecen las consecuencias de las injusticias, de tantos humanos que han nacido en zonas pobres y marginales, de tantas vidas cortadas por la indiferencia y la exclusión. En este sentido, resulta fundamental evaluar los procesos de cambio, de reconstrucción de una cultura del diálogo, que tome como supremo valor la tolerancia. Pienso que es el momento de generar nuevos entornos pacifistas, con la reconciliación siempre en el horizonte de todo abecedario de negociaciones,  y así, podamos entre todos poner fin, de una vez por todas, al sufrimiento de tantas poblaciones afectadas por el choque entre culturas, por la incomprensión de los poderes, y por tantos elementos irracionales que nos hemos inventado los humanos. En cualquier caso, el hecho de pertenecer como ciudadano a un determinado colectivo o a un país, no tiene porque impedir  ser miembro de la familia humana y, por ende, ciudadano del mundo.
 
                Indudablemente, la convivencia tiene que fundarse en la liberación de la persona. Por desgracia, en muchas ocasiones estamos sometidos al dominio del capital, a los intereses de los mercados. Mal que nos pese todavía existe un trato de inferioridad con algunos ciudadanos. Nos hemos inventado demasiadas cadenas sobre las que nadie puede sentirse perfectamente libre. El día que la libertad se arraigue a nuestra cultura hasta identificarse con ella, será el momento de una de las grandes elevaciones humanas, porque podremos dominar y refrenar apetitos insaciables, despreciar los honores y apreciar más los buenos deseos de convivir unidos. La convivencia no puede llegar a ser tal en un mundo encadenado a la pobreza una buena ración de sus moradores, tampoco puede llegar por la vía de la agitación, llegará únicamente por el cauce de la fraternidad. Téngase en cuenta, que bajo el actual clima de desconfianza, injertado en vena, va a ser muy complicado desarrollar una convivencia fraternizada. Para ello, es vital que todas las culturas hagan lo posible por afianzar los vínculos de unidad, que activen la igualdad y la comprensión, independiente de su origen y raza, para desarrollar una nueva relación de acogida  y aceptación.

                El mundo necesita apostar mucho más por las relaciones de vivir unidos en un mundo tan complejo, al que hemos globalizado, y poco más. Como enseña la historia, únicamente desde el respeto y la sincera conversación, y siempre bajo la voluntad del perdón, los ciudadanos podrán sentir una tolerable convivencia. Lo ha dicho Hasan Rohani, al jurar como nuevo presidente de Irán ante el Parlamento, “la única solución con nuestro país es el diálogo, no las sanciones”. Sin embargo, para muchos pueblos, la violencia y el odio siguen siendo el único horizonte que se divisa. No hay futuro de convivencia pacífica para multitud de pueblos. La verdad que cuesta entender que sigamos viviendo (y conviviendo) con la absurda aventura del conflicto permanente, puesto que el aislamiento no tiene ya razón de ser, en un orbe interdependiente como el actual, donde una red de intercambios obliga en cierta manera a convivir. 

                Sería saludable para todos, la colaboración         ciudadana, para crear una atmósfera de mayor fraternidad. Lo dice un proverbio africano: “la unión en el rebaño obliga al león a acostarse con hambre”.  Por mucha autosuficiencia en nuestro estilo de vida, necesitamos convivir con los demás, sentir con los demás, amar con los demás, ser con los demás para iluminar nuestros propios interrogantes. Pienso que la humanidad tiene hoy en día un desorden como jamás. De pronto, parece como si las relaciones de convivencia tuvieran que regirse por la fuerza. Los sucesos cada día son más temibles (y terribles). Por eso, pienso que es el momento de trazar líneas de convivencia humana rectamente ordenadas hacia un objetivo que debemos tener claro todos, donde se reconozcan y se respeten mutuamente los derechos y los deberes, con la eficacia y la diligencia debida. No basta, por ejemplo, reconocer al ser humano el derecho a la vida, si luego no se procura, en la medida de lo posible, el sustento básico para dignificar esa vida. Ni es suficiente esto solo, porque la sociedad humana se va desarrollando conjuntamente, por lo que tampoco puede dejársele excluido del avance conjunto. Tampoco es bastante con esto, ya que la búsqueda de ese bien colectivo ha de ajustarse a una igualdad cada día más humana. O sí quieren más ética. Está visto que cuando perdemos ese orden (entre la moral y la ética), soltamos la bestia salvaje que llevamos dentro, en lugar del ángel que también poseemos.







CADA LUNES DESDE ALGÚN LUGAR DE JALISCO




AUMENTA LA POBREZA EN MÉXICO



Fernando F. Velasco Villa. SDG


Nació mi cuarta nieta, la primera hija de Estelita y Jaime ¡Qué maravilla los hijos deseados y esperados con amor.

El CONEVAL -Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social-, dio a conocer que se ha incrementado el número de pobres en México, que ya ascienden a 53.3 millones (personas con ingresos inferiores a la línea de bienestar). El aumento se dio básicamente en la población urbana,  debido principalmente, según el Secretario Ejecutivo de dicho Consejo: Gonzalo Hernández Licona, a la disminución en el ingreso, la falta de empleo y a la informalidad.

El número de pobres ha crecido, a pesar de los Programas Sociales de Transferencias de los últimos gobiernos: Progresa -Instrumentado por Ernesto Zedillo, en agosto de 1997- y Oportunidades -modificado por Vicente Fox a principios del 2012-; por su parte, el   Secretario de Hacienda Luis Videgaray, atribuyó el aumento de la pobreza, a la falta de Desarrollo Económico, ya que en los últimos 20 años, crecimos en promedio sólo un 2% por año, cuando debimos crecer por lo menos 5%, para lo que destacó que urgen las Reformas Estructurales y agregó que las crisis en materia económica y financiera, son las que más dañan la economía familiar y elevan los niveles de pobreza.

Destaca también en México la desigualdad social, resultando absurdo que mientras casi la mitad de la población es considerado que vive en pobreza, en los últimos años un mexicano ha sido considerado en más de una ocasión, el hombre más rico del mundo. Una de las Reformas Estructurales pendientes, la fiscal, puede contribuir a una mejor distribución de la riqueza, haciendo que más mexicanos paguemos impuestos y que quienes ganan más oa no reciban exenciones, que les evite contribuir al desarrollo de México.

En plática que ofreció en la Cámara de Comercio de Guadalajara: Carlos Mota -exEditorialista Financiero en Grupo Imagen, TV Azteca Y Milenio-, quien se acaba de ir a trabajar a El Financiero, comentaba que por la globalización, más importante para el desarrollo de México, que las Reformas Estructurales y lo que haga el Presidente Peña Nieto, será la situación económica y financiera Mundial, ya que aunque ayuden o perjudiquen las Reformas Estructurales o la falta de ellas; lo que determinará que mejore nuestra economía, -y por tanto la situación de pobreza, es la situación de las principales economías del mundo (Estados Unidos, Japón y los países Europeos).

A nosotros nos toca poner todo lo que esté de nuestra parte y  espero que en otros países también hagan la suya

Hasta la próxima semana 






Fe y Sociedad


Enrique Camacho Velasco


El humor nos hace más humanos


      Las personas que tienen fortaleza interior, que no son pesimistas, al contrario, se ubican muy bien en la realidad, que son tolerantes y con capacidad de adaptación, son capaces de contemplarse con humor a sí mismas y de contemplar con humor todo cuanto la vida les depara. La risa libera y establece un benéfico distanciamiento respecto de los pequeños y grandes disgustos del día a día. Con un humor fundamentalmente alegre, se abren las puertas a experiencias positivas y fortalecedoras que, a su vez, relativizan la importancia y el alcance de las experiencias negativas.

      Nuestra realidad social no hace precisamente sencillo mantener o aspirar a una imagen positiva del mundo. Los titulares de prensa, los rumores y las novedades hacen hincapié sobre todo en lo negativo. Todos estos sucesos y situaciones negativas nos irritan, nos pone a la defensiva y nos infunde miedo. Con esto perdemos de vista que el valor informativo radica precisamente en que estos acontecimientos no son la norma. Por esta razón surge con facilidad la idea de que vivimos en un mundo en el que únicamente dominan la violencia, el fraude, la corrupción y el egoísmo. Nos quedamos con la impresión de que sería ingenuo e idealista esperar algo positivo o creer que comportarse de otra manera valdrá algo.

      Muchas personas dan mucha importancia a una alimentación sana, porque parten del hecho de que lo que comemos tiene una gran influencia en nuestro cuerpo. Pero para una gran mayoría no se preocupa de que alimento mental consume a diario sin ningún tipo de filtro y del efecto que ejerce en su pensamiento y en sus sentimientos. Nos atiborramos de <comida basura> intelectual, y luego nos sorprendemos  cuando nos sentimos enojados o deprimidos. Sin embargo, sólo cobrando conciencia de cuánto hay de positivo encontraremos el empuje necesario y la posibilidad de emprender algo contra las situaciones anómalas justamente allí donde sí podemos influir.

      Dicen que “el optimista es un pesimista mal informado”, esto por el lado del humor. Pero en realidad, ser optimista significa tener y suscitar esperanza y confianza frente a las dificultades, las injusticias y el sufrimiento. Debemos contrarrestar a quienes quieren hacernos creer que no existe ninguna solución, que todo va a ir de mal en peor, y que nadie es incorruptible. Dice un autor que los optimistas y los pesimistas tienen algo en común: antes o después, ambos tienen razón. Lo que marca la diferencia es lo intermedio: cuando todo va bien, los optimistas se alegran, los pesimistas no son infelices; cuando las cosas se tuercen, los optimistas están descontentos, mientras que los pesimistas, en vez de alegrarse al ver confirmados sus temores, se sienten aún más descontentos. En resumen, los optimistas no siempre están alegres, pero los pesimistas no lo están nunca. Por eso hay que activar el humor.
 


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