jueves, 8 de agosto de 2013

EDITORIALES







Algo más que palabras



Víctor Corcoba Herrero



Tanta desesperación nos hace sentirnos nada




Hoy más que nunca necesitamos sosegarnos, abrir la mente a la experiencia del conocimiento, sintonizar con las diversas culturas, acoger esta diversidad, hacernos partícipes de otras vidas y hacer que la nuestra esté más llena de humanidad. El mundo nos ha globalizado. Pero esta globalización precisa de nuestra respuesta personal, de nuestro coraje que pasa por poner nuestra existencia al servicio de la ciudadanía. El mundo también nos requiere. El impulso humano es una señal clara de que seguimos vivos y ha de ser un estímulo para modificar realidades que nos deshumanizan. La misma convivencia está marcada por conflictos y tensiones que no cesan, igual sucede con la llamada al diálogo que suele encontrar muchas dificultades resolutorias. A veces parece como si la vida fuese un desencuentro permanente, un camino a la deriva que amenaza con la aniquilación de los seres humanos, una contienda de intereses, donde para provecho de unos, no importa la destrucción de otros. Los sembradores del terror se presentan invencibles, se han convertido en bestias feroces y, por ende, en sujetos peligrosísimos. Ahí están. Y siguen ahí, en cualquier esquina, con su apariencia humana, pero que son verdaderos monstruos, dispuestos a coleccionar matanzas como quien recopila estampas, con su rostro entre frío y persuasivo, haciendo de la muerte su razón de vida.


Ciertamente, cada día es más complicado encontrar sosiego para tener momentos de reflexión. Nos invade un cierto horror de acumulación de crímenes, de acopio de venganzas, consecuencia de que los derechos humanos son violados unas veces y olvidados otras. Por consiguiente, resulta difícil y deprimente para cualquier ser humano, con un mínimo de conciencia, poder digerir todas estas barbaries que nos reducen a la nada. Sin duda, esta silenciosa desesperación nos impide sacar fuerzas para ahuyentar los muchos miedos que llevamos consigo. Indudablemente, la sociedad tiene que reaccionar y reforzar el combate hacia estos tipos inhumanos, especializados en causar el mal por donde caminan, sobre todo hacia grupos de minorías, que los etnólogos llaman etnocidio, al no tolerar la presencia del otro ante una cultura dominadora. Lo decía Nicolás Maquiavelo: “todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”. Las terribles vicisitudes que a diario muchos ciudadanos soportan dejan una estela de tantas insatisfacciones que cuesta recobrar el valor por la vida y hasta la propia dignidad humana.


Desde luego, sentirnos nada es lo peor que le puede pasar a un pueblo, a un colectivo ciudadano, al propio ser humano. El mundo, pues, tiene que centrarse en los que amenazan la armonía, el sosiego, con la eliminación de todo tipo de armas de destrucción masiva, y con la puesta en escena de una ética mundial común, el único motor (el de la moral) que puede ayudarnos a salir de esta atmósfera de bochorno, donde nadie respeta a nadie, y cada cual hace la guerra a su manera. A mi juicio, hay actualmente tres tentaciones mundializadas que deben ser impedidas con urgencia. La primera es la tentación de la manipulación y del adoctrinamiento. Las personas son manipuladas para poder ser dominadas. La segunda es la tentación de la incoherencia del poder y el abuso de los poderosos. Líderes del poder proponen bajar salarios, mientras ellos se los suben. El desigual reparto de bienes o el equitativo reparto de miseria nos discrimina como jamás. El hecho de que existan minorías privilegiadas lo que hace es recordarnos la inferioridad de unos para con otros. La tercera es la tentación del sometimiento, convirtiendo al ser humano en una mera mercancía de negocio. “El tanto tienes, tanto vales”; que dice el pueblo. En cualquier caso, la solución a todas estas maldades, que ciertamente nos repugnan aún más por su continuo incentivo, pasa por fabricar más escuelas que armas, por servir más y mejor con menos poder; y, por hablar menos de libertad, creer más en ella y trabajar por conseguirla.







Opciones


Blanca Esthela Treviño de Jáuregui


Hablando de bondad





¿Es este un salón de clases? Los visitantes a la escuela primaria federal Beecher en New Haven, Connecticut, no dan crédito a lo que ven: una maestra que enseña a los alumnos una nueva materia llamada Bondad.

La bondad es una virtud ancestral, sin embargo, integrar la enseñanza de la bondad al plan oficial de estudios es totalmente nuevo. Los chicos de hoy están familiarizados con la violencia, la crueldad, el cinismo, el odio: temas predominantes en películas, revistas, video clips, y aún en caricaturas infantiles. El bien generalmente no aparece en escena en los medios de comunicación.

Pero ¿cómo se enseña la bondad? Para muchos maestros practicar la bondad en las relaciones con los alumnos es el primer reto. Después debe aprender a jugar. Los niños se sientan en un círculo en el suelo con el maestro y aprenden jugando el arte de la cortesía y los buenos modales. Mientras la pelota rueda de un lado a otro, el alumno que la recibe es regalado con observaciones positivas de sus compañeros: “Escribes muy bien”, “Me gustan tus dibujos”, “Tienes una sonrisa muy bonita”, “Me caes bien”. Los chicos aprenden a ver con ojos suaves a sus compañeros y a descubrir la belleza aparente y oculta en cada uno de ellos. Con gotitas de ternura y afecto se riegan unos a otros. De esa nueva relación basada en manifestaciones sinceras de bondad se robustece la autoestima de los chicos. Dejan de estar a la defensiva y los ambientes de violencia, envidia, y prejuicios se transforman en espacios alegres de crecimiento personal. Es el arma por excelencia contra el bullying.

En New Haven todos los estudiantes desde párvulos hasta preparatoria participan en el programa llamado ‘Desarrollo Social” a través de juegos y ejercicios encaminados a integrar el aprendizaje emocional a situaciones concretas. Las autoridades escolares han dictaminado que la resolución de problemas, el control de temperamento, y el estrés del diario vivir son tan esenciales para un estudiante como aprender literatura y matemáticas. Sostienen que en la educación del nuevo milenio el manejo de las emociones debe desarrollarse a la par que el aprendizaje de ciencia e historia: cada estudiante en cada escuela, en cada año escolar debe capacitarse para manejar positivamente sus sentimientos (coraje, agresividad, nerviosismo, frustración, alegría, etc.). Entrenamiento hasta hoy ignorado en muchos planes de estudio a nivel mundial.

En 1995 el psicólogo y escritor Daniel Goleman publicó un libro que se convirtió en un gran éxito de librería: ‘Inteligencia Emocional’, el cual ha influido poderosamente tanto o más que la inteligencia intelectual para alcanzar el éxito en la vida familiar, relaciones profesionales, y en el aprovechamiento de oportunidades que se presentan en la vida.

Para la gran mayoría de maestros este nuevo enfoque en educación ha sido bienvenido. En la actualidad las fuerzas que distraen la atención de los estudiantes son tremendas. Goleman declara: “Para un chico que desea evitar la depresión causada por el estrés y la violencia en el medio estudiantil, las materias académicas tradicionales poco le ayudan para continuar sus estudios”.

Un elevado número de niños y jóvenes llegan a clase enojados por alguna situación familiar, lo cual afecta su capacidad de concentración y disposición de aprendizaje. Con el nuevo enfoque del elemento emocional los chicos con problemas de conducta ahora son enviados a la dirección del platel, no para ser amonestados o castigados, sino para responder por escrito un cuestionario encaminado a identificar los problemas que generaron el conflicto con el fin de encontrar soluciones.

Más de mil distritos escolares en Estados Unidos han instituido programas dirigidos a alimentar no sólo las mentes, sino las almas de los estudiantes. Y aunque los mejores maestros siempre han sabido promover la justicia, la equidad y el respeto, hoy en día todos los maestros pueden estar al tanto del descubrimiento en el campo del comportamiento humano denominado ‘Inteligencia Emocional’.

Los maestros aprenden a desencadenar en los estudiantes la energía más poderosa del mundo: la extraordinaria fuerza de la bondad en las relaciones humanas.

betrevino@prodigy.net.mx











Es Emilio 'bestia herida': supera la artera embestida de Aristóteles y viene el desquite



Iván García Medina



El ex gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez está de regreso, -relativamente- sano, y salvo, luego de la artera campaña bélica que le dirigió sin orden, ni tino, su sucesor Aristóteles Sandoval, en este primer semestre de gobierno.

La mala noticia para el gobernador y los aristogatos no es solamente que Emilio ya trabaja en el CEN del PAN, -lo que no es poca cosa tratándose de un reciente gobernador- sino es que 'la bestia' está herida y camina por el redondo mundo de la política, llena de furia.

El martes 6 de agosto, el diario Mural en su columna Cúpula deslizó, suavecito: "AL EX GOBERNADOR Emilio González lo acaba de fichar el líder nacional del PAN, Gustavo Madero.

"AHORA ANDARÁ del tingo al tango asesorando a los municipios nuevos ganados por el PAN. Esta semana visitará el norte del país.

"SI SE LO encuentra en el avión, ya sabe por qué".

Lo que Mural quiso decir es que en esta torpe guerrita de Aristoteles, Emilio entró al CEN, cobijado o defendido, por el presidente panista Gustavo Madero. Por si alguno de los aristogatos persecutores de Emilio se interesa en saber quién es el tal Gustavo Madero hay que decirles que es un actor político que trabaja muy al lado, pero muy al lado, juntito, de un tal Enrique Peña Nieto, que trabaja como presidente de la República.

Como quien dice, a Emilio ya lo sacaron de zona de fuego y tarde o temprano -casi siempre es más temprano que tarde- vendrá por el desquite. Por ahora no, pero vendrá. Al tiempo.








Conjeturas


Inegi y Coneval restan en lugar de sumar: ¿menos pobres?


Álvaro Cepeda Neri



Las tres Revoluciones mexicanas: 1810, 1854 y 1920, han tenido como origen la pobreza y la búsqueda para liberarse del poder despótico de gobernantes en complicidad con la maldad política de las oligarquías. Pero las Revoluciones, que a veces se anuncian con revueltas no son cíclicas. Obedecen a la explosión del malestar social por hambre, injusticias, desempleo, enfermedades y abusos de quienes detentan el poder político como Gobierno en el Estado y del poder económico de los ricos. Pero el Inegi y el Coneval, instituciones favorables al “príncipe” en turno (ayer con Fox y Calderón, ahora con Peña), disminuyen sus cifras de los que ya se mueren de hambre, pobreza extrema, pobres y los que a duras penas sobreviven en el neoliberalismo económico o capitalismo salvaje que nació con el salinismo y se ha consolidado hasta nuestros días.

Coneval acaba de afirmar que disminuyó la pobreza extrema. Inegi también hace cuentas alegres, restando pobres a sus sondeos. Pero lo cierto es que millones de mexicanos –de los 114 que somos– están pasando por una miseria aterradora. En el mercado informal hay 29 millones, a los que apenas les alcanza para medio comer, automedicarse con herbolaria o quizá genéricos. Millones de niños están desnutridos y no pocos son explotados en faenas de jornaleros, mientras millones deambulan por las calles donde se drogan, los prostituyen y son empleados por el narcotráfico en sus plantíos, como mensajeros, “halcones”, etc. Mujeres y hombres adultos hacen como si se alimentaran. Todos los días empresarios despiden a trabajadores, y los que retienen deben duplicar su trabajo con el mismo salario; de ellos una pequeña cantidad completa con las propinas y sus patrones les niegan toda prestación (son los 200 mil que Peña quiere ingresar a la formalidad).

Los análisis e investigaciones de Julio Boltvinik (La Jornada: 29/VII/13), a través de la información de las reporteras: Matilde Pérez y Susana González, nos informan que hay 98 millones de mexicanos en pobreza “y para el próximo año puede llegar a 100 millones”. Y es que los peñistas, encabezados por la tramposa Rosario Robles, pues su cantaleta de “las instrucciones del señor presidente” para combatir la pobreza y el hambre, no ha pasado de discursos plagados de promesas. Y junto con Videgaray se llenan la boca repitiendo que está siendo combatido el binomio: pobreza y hambre, pero es una mentira.

Inegi y Coneval le hacen el juego al peñismo, pretendiendo que hay soluciones a ese doble problema. Restan pobres y los pasan a otro estatus económico según les conviene y sin ningún pudor. Como en el chiste del que llega a la cantina y haciendo una línea imaginaria, divide en dos a los asistentes y grita: de aquí para acá son borrachos… y de aquí para allá, están ebrios. Un integrante del sector de los borrachos protesta y dice que él no lo es; y el que hace la división le contesta que entonces se pase para el otro lado. Así el Inegi y Coneval, pasan de una pobreza a otra los mexicanos y nos salen con la novedad de que hay menos pobres en el país, cuando cada día hay más.

cepedaneri@prodigy.net.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinion es muy valorada