lunes, 23 de septiembre de 2013

EDITORIALES






FE Y SOCIEDAD


El teléfono móvil y las adicciones


Pbro. Enrique de Jesús Camacho Velasco


En las puertas de muchos templos católicos se puede leer un aviso que dice: “Para hablar con Dios no es necesario el teléfono celular”. En otros ya se han colocado, en las torres, antenas que bloquean las señales del celular. Y todo precisamente por el molesto sonido que con frecuencia se escucha en plena misa, y si la propietaria es una dama se torna más insistente ya que para responderlo y, en el mejor de los casos apagarlo, se toma un buen tiempo, pues dicho aparato se encuentra en las profundidades de la bolsa con la que juega uno de sus hijos.

Antes era la televisión, luego el atari, después el nintendo, más tarde el Internet y ahora… el teléfono móvil, y es que conforme avanza la tecnología se van creando adicciones, lo que conlleva diversos efectos en las relaciones humanas, laborales, escolares y hasta familiares.

Señalan los expertos que cuando un aparato, como el teléfono celular, contiene la función del video, cámara fotográfica, videojuegos, reloj, calculadora, música, Internet, agenda, tiende a provocar dependencia psicológica en los usuarios, principalmente de los que oscilan entre los 13 y los 30 años. Hablar y enviar mensajes de manera inmoderada, a través del teléfono portátil, no es sólo un fenómeno social en México sino en todo el mundo, aseguran psicólogos y sociólogos.

Investigadores universitarios revelan que cuando un creciente número de personas se han visto obligadas a apagar los móviles, sufren estados de ansiedad lo cual perturba sus actividades cotidianas. Otros afirman que el 63% de los consumidores del mundo jamás prestaría su móvil y que el 78% duerme junto a él. Otras investigaciones apuntan a que es una afición obsesiva hacia algo en particular con el fin de ganar placer, aunque después esto genere compulsión, lo que genera que la voluntad de la persona sea dominada por una o varias ideas fijas, causando así estrés social y mental seguido por un comportamiento extraño.

Dispersión, ansiedad e intolerancia son los síntomas más representativos de la adicción a los teléfonos celulares, incluso algunos expertos equiparan los síntomas de esta adicción con las de las drogas, el alcohol y el tabaco. Indican que, el extremo de la adicción al celular es cuando el usuario parece escuchar el timbre del teléfono sin que éste haya sonado una sola vez. Sienten la imperiosa necesidad de estar siempre “localizables”, a todas horas y días, sin atreverse a apagar el aparato aunque sea por unos instantes.

Los expertos en psicología aseguran que muchas de las causas y consecuencias de las adicciones se encuentran en los contextos directos de relación con los individuos, como la familia y sus valores, así como en los roles que se desempeñan en el permanente contacto con los amigos y compañeros.

¿Qué hacer? Se sugieren algunas medidas: Buscar ayuda; no gastar en crédito más de la cuenta; hablar y enviar mensajes sólo en casos indispensables, así como apagar el aparato en circunstancias especiales; no usar el celular por un día a la semana; buscar más el contacto verbal interpersonal; concentrarse en las actividades que se realizan de manera continua, fomentar la confianza en uno mismo; interesarse en una afición más sana y productiva, como el deporte o la lectura.










CADA LUNES DESDE ALGÚN LUGAR DE JALISCO


TORMENTAS TROPICALES Y HURACANES


Fernando F. Velasco Villa SDG


Sobre el tema de mi artículo de la semana pasada: La Reforma Hacendaria, me han insistido, por una parte, en que estamos perdiendo competitividad como país, ya que además de la excesiva regulación que padecemos, un empresario tiene que deducir de lo que gana, además del 30% de ISR –Impuesto Sobre la Renta-, 10% de PU –Participación de Utilidades-, y con la Reforma, también otro 10% que se cobrará sobre los Dividendos, o sea 50%, porcentaje significativamente mayor, al que se retiene en otros países, a donde puede ir a instalar su empresa o a llevarse la que ya tiene en México y lo mismo puede aplicarse a quienes invierten en bolsa de valores, cuyas utilidades pagarán aquí 10% de impuestos, lo que no sucede en otros países).

Por otro lado, aunque no parece muy alto el incremento en la tasa del ISR –Impuesto Sobre la Renta- de 30% a 32%, a las Personas Físicas que ganen un poco más de cuarenta mil pesos al mes, en la práctica, será mucho mayor, por el límite que se pretende establecer en las deducciones, de un máximo de cuarenta y tantos mil pesos (la cantidad exacta depende del monto en el que se establezca el salario mínimo), ya que actualmente se puede deducir mucho más, al incluirse: colegiaturas, seguros, gastos médicos, gastos funerarios, donativos, inversiones para el retiro, etc.

Además, no se considera el efecto que tendrá en la actividad económica y en los empleos –de por sí escasos-, el incremento de 16% del Impuesto al Valor Agregado, en productos que sí consume población de bajos recursos, como los refrescos, una de las fuentes más importantes de energía de nuestro pueblo, con lo que la Industria Refresquera, se verá obligada a despedir a miles de trabajadores.

Los maestros de la CNTE –Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación-, se fueron ya del Distrito Federal; después de haber desquiciado el tráfico; ocasionado millonarias pérdidas a los comerciantes de la zona centro; golpeado y herido a policías a los que las autoridades enviaban desarmados a contenerlos; y de dejar a decenas de miles de niños y jóvenes sin clases; pero no solo no fueron castigados, sino que se fueron premiados, con el pago de todos sus sueldos, primas y bonos y además, con varios millones adicionales, “para que se capaciten”.

Tremendos estragos los causados por la Tormenta Tropical “Manuel” y el Huracán “Ingrid”, aunados a la carencia de avisos de las presas que se tuvieron que desaguar; la poca información –que hubiera impedido, que más de cuarenta mil turistas viajaran de la capital del país a Acapulco-; a la mala planeación de las obras hidráulicas; al desprecio a las advertencias del Servicio Meteorológico Nacional y de la Comisión Nacional del Agua; y a la corrupción, que permite que se construya en lugares de alto riesgo, como el área “diamante” de Acapulco, zona que se inundaba, pero que indebidamente -$$$-, se permitió que se construyeran ahí un elegante Centro Comercial, una flamante área hotelera y una exclusiva zona residencial.

Y aunque fue una desafortunada coincidencia que coincidieran “Manuel” en el Océano Pacífico e “Ingrid”, en el Golfo de México; el Premio Nobel de Química Mario Molina, tras participar en el simposio: “Migración Humana y Cambio Climático”, advirtió que debido a la “modificación que produce el calentamiento de la tierra”, a la afectación al bióxido de carbono que controla el clima del planeta y a la de la atmósfera, por el uso de combustibles fósiles, irá aumentando la intensidad de los huracanes y con ello, la de las lluvias que generan y que tanto daño han causado en personas y propiedades.

Y ¿debemos ayudar a nuestros conciudadanos afectados? Aunque en ocasiones se desvían las ayudas y malgastan los donativos (cuando el terremoto del 85, el funcionario enviado por el Gobierno para coordinar la ayuda; gastó parte importante de tiempo y recursos, en su estancia en una suite del Fiesta Americana de Guadalajara y cuando se terminó de reconstruir la iglesia del Santuario –sin ningún apoyo del gobierno, ni de los fondos que había recibido-, ordenó que filmaran esa iglesia, para justificar los recursos que había dilapidado); nuestra obligación es ayudar y lo que podemos hacer, es seleccionar a través de que institución hacerlo: de una Organización Religiosa, de un Club de Servicio, de la Cruz Roja, de los centros de acopio de las Tiendas de Autoservicio –Walmart ofrece donar un kilo por cada kilo que reciba-, de las Cámaras de Comercio, de Instituciones Financieras –Banamex quedó de aportar un peso por cada peso que le llegue-, etc.

Hasta la próxima semana.












Nino Opina


El hermanamiento con José Cuervo


Bernardino Naranjo Gutiérrez


Desde que llegó José Luis al poder todos quieren ser sus hermanos, y no los culpo: es un hombre ejemplar, pulcro, fino, atento, elegante, amable y apuesto. Reúne todo lo que los ángeles y los santos envidiarían. Por eso Colima, Zapopan, San Luis, Tamazula, Longmont y hasta allá por (el país de) Chile le han abierto los brazos para sumarse a su larga lista de cuates. La idea es superar a las zapaterías 13 Hermanos y al paso que vamos creo que lo lograremos, porque mañana una comitiva zapotlense recorrerá por vagón los maravillosos valles tequileros de Don José Cuervo, quien con el nuevo hermanamiento pasaría a ser algo así como tío abuelo de todos nosotros.

En esta ceremonia no faltará la presencia de los eternos colados. O sea, me refiero a los regidores, que no dan paso sin huarache con tal de exprimir el raquítico presupuesto (además de los gastos de representación se irán en la camioneta Van del ayuntamiento con gasolina y casetas pagadas por todos nosotros). Te aconsejo algo José Luis: no les des tantos gustos. Tú vete a donde quieras porque te lo mereces, pero a ellos déjalos cuando mucho en La Noria, que es un lugar muy lujoso para su categoría.

La que sí se merece unos tequilas con sal y limón es mi estimada Lilia. A ella sí le recomiendo que vaya al viaje para ahogar la pena de su destitución como coordinadora. Lily: al calor de las copas afloran todas las verdades; aprovecha el momento para emborrachar a más de uno y encontrarás los motivos de la puñalada trapera que te dieron. Y recuerda: el tequila va entre pecho y espalda, no en la herida.

A los demás ya me los imagino: Chencho cargará como siempre con su asesor y unas aguas minerales; Joel (que ya se siente el Peña Nieto de Tepito) con dos tragos de añejo se sentirá Obama (pero en rollizo); Pedro Mariscal, además de contar los chistes agrios de los que tanto se quejan, hablará todo el camino de la Reforma Educativa y de los exámenes que se negará hacer. Higinio va gozar todo el viaje “gratis” y acá en el pueblo dirá que los 1500 del boleto se los van a descontar de su quincena. ¿Y mi Isra? Él va a proponer el “after party” en la Casa Juan José Arreola.

Eso sí, mi Quesito (Hugo Gtz.): te voy a encargar que le lleves una botella de “Beilis” a José Luis (de preferencia cómprala en Soriana porque el vino adulterado abunda en Zapotlán) para que por su garganta resbale crema de whiskey y no el rasposo alcohol del tequila. No vaya a ser que se le suba.

LA RESACA: Quiero decirles a todos mis lectores que yo también viajaré, aunque en calidad de periodista y con mi propio dinero. No crean que iré como regidor de Tuxpan. Con nosotros Felipe Rúa no es tan espléndido (sólo con sus socios).










ALGO MÁS QUE PALABRAS


Víctor Corcoba Herrero


URGEN POLÍTICAS PARA LA ESPERANZA


El mundo anda desconsolado porque a sus moradores las desilusiones les matan. Es público que cuánto más promesas reciben los ciudadanos, con más decepciones se encuentran. Ahí están los recientes datos: El 67 % de los líderes empresariales consideran que las compañías no hacen lo suficiente para superar los retos que supone un futuro sustentable en materia económica y ambiental. Así lo acaba de revelar una encuesta realizada por el Pacto Global, la iniciativa de la ONU y el sector privado que vela por una economía comprometida con el medio ambiente y los derechos humanos. Sabemos que no es ético lucrarse de un cambio climático catastrófico, de un desempleo apocalíptico o de los disturbios sociales que se pueden originar como consecuencia de este caos. Pues nada, seguimos como en la época de Cicerón: la amistad comienza donde termina o cuando concluye el interés. Con razón el beneficio es la rueda principal de la máquina del mundo. Es el rédito del todo vale, con tal que a mi (poder) me dejen seguir metiendo la mano en la bolsa de los caudales. Y, así, cuando la política pasa de ser un servicio, a servirse de la ciudadanía, haciéndonos pensar que se trabaja por nosotros, los charlatanes se ponen de moda.

Por nada del mundo quieren bajarse del pedestal. Saben que con un poder absoluto hasta a un burro le resulta fácil mandar. Pienso, por consiguiente, que ha llegado el momento de organizar otros poderes más interactivos, los presentes parecen organizados para oprimirse unos a otros. Lo que sí urge es más entendimiento y más reciprocidad en los diálogos, sobre todo para propiciar otras políticas más reales con la situación, que puedan optimizar estas situaciones adversas con mejores gobernanzas. El gentío está indignado por las crecientes desigualdades e inseguridades que existen sobre todo para las personas más pobres y marginados. Esto pasa en aquellos países que han adoptado la política como profesión. La honradez brilla por su ausencia. Hay una clara demanda de justicia social y de aumentar la rendición de cuentas. Por otra parte, cuando la escasez de empleos o medios de vida disponibles mantienen a las familias en la pobreza, también todo se desmorona. El cambio hacia un desarrollo incluyente y sostenible no será posible, mal que nos pese, si las políticas son permisivas, corruptas y partidistas. No se puede seguir negando a millones de personas la oportunidad de ganarse la vida en condiciones humanas, o sea, dignas y equitativas.

Los políticos tienen que sentir con el pueblo. Son del pueblo y han de servir al pueblo. No al capital o a su grupo de amigos. Son nuestros servidores. En todo momento deben estar con esa ciudadanía que lucha por un trabajo seguro, productivo y remunerado de manera justa. La realidad nos ha demostrado que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente. Hay gente que está predestinada a ser pobre, aunque viva en zonas ricas. Sin duda, hacen falta otras políticas sociales que aminoren las penurias que viven algunas personas. Sin embargo, cuando el diálogo entre la gente y los políticos apenas existe, si acaso en época electoral, es muy difícil poder avanzar hacia el ansiado pleno empleo, puesto que las sociedades se sienten desamparadas, provocando una espiral descendente de incertidumbre. Está visto que los países que han alcanzado niveles elevados de puestos de trabajo y de reducción de la marginalidad abordaron los factores estructurales causantes de la miseria, aplicando una amplia protección social, acompañada de otros activos, que han fomentando la inversión y las ganas de crear empleo.

La política es fecunda, debe serlo, pero es necesario también que se mueva en la dirección correcta. Para empezar, no puede defraudar al pueblo. Tiene que dejar de ser el provecho de unos pocos. Los programas deben recuperar genialidad y hacerse cargo de las situaciones reales de las personas, asegurando a todos, qué menos que esperanza e igualdad de derechos. Para ello, las instituciones tienen que actuar con transparencia. A medida que el entorno se vuelve oscuro, las prioridades suelen ser otras, y suelen primar los intereses en lugar del bien colectivo. De ahí, que considere esencial garantizar la participación ciudadana y el compromiso ciudadano, para logar que las cuestiones a desarrollar sean lo más incluyentes y eficaces posible. Sin ir más lejos, un objetivo de tanto relieve como el empleo pleno, estimado como una emergencia mundial, precisa diálogos consensuados, de lo contrario no pasará de ser un sueño más.

Por desgracia, son muchas las personas desanimadas que han dejado de buscar trabajo. Precisamente, son las instituciones, con sus políticas robustas y coherentes, las que han de encauzar a estos ciudadanos a ganarse la vida. Un empleo de calidad ilusiona a cualquiera. Lo que no se entiende es que con tanto desempleo, el porcentaje de pobres que perciben prestaciones en efectivo u otro tipo de apoyo periódico a los ingresos, sea cada vez menor. Ante esta triste realidad, ¿cómo se puede aminorar el gasto público en protección social para programas destinados a la población en edad de trabajar?. Es cuestión de priorizar, de adaptar los objetivos y las metas a las circunstancias actuales. Hasta ahora nos hemos centrado únicamente en el crecimiento económico y en confiar en que éste genere suficiente empleo. Esto no es así. Para crear empleos de calidad se precisan sectores privados fuertes, otras políticas más entregadas a la ciudadanía, y entornos propicios que tengan objetivos más sociales y humanos que los actuales.

Claro, para activar esta política pensando en los más pobres, es bueno conocer sus problemas, pero no es suficiente, es necesario además amarlos. El auténtico valor político es lo que genera esperanza en el pueblo. Lo nefasto del momento reciente es la confusión del término, y en lugar de premiarse el espíritu de servicio, se recompensa al que más aplaude al poder de turno. Ninguna reivindicación puede desembocar en un mercadeo ciudadano. Hasta ahora, la comunidad política internacional tampoco ha logrado producir un consenso global sobre los valores y principios fundamentales que avivarán una actividad económica sostenible. Está visto que, en ausencia de un gobierno mundial, va a ser muy difícil establecer medidas de control de capitales, generar vínculos de empleos, instituir diálogos sociales, generar desarrollo compartido. Ahora bien, no podemos seguir atrapados por la crisis. Tenemos los recursos precisos. Sabemos lo que hay que hacer. Lo único que se necesita son servidores dispuestos a favorecer, no al que más tiene, sino a aquellos que, por su condición social, cultura o salud, corren el riesgo de quedar relegados a la indiferencia más cruel como siempre.

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