lunes, 14 de octubre de 2013

EDITORIALES


FE Y SOCIEDAD


Enrique de Jesús Camacho Velasco


Experiencia de Dios


Solamente podemos tener experiencia de Dios en este mundo. La teología afirma que sólo podemos experimentar a Dios dentro de los límites humanos, no como un personaje extraterrestre. Y cuando tenemos experiencia de Dios, en ella se produce siempre una mezcla entre la realidad de Dios y nuestras propias proyecciones, deseos, esperanzas e imágenes de Dios. Y, junto con la duda acerca de si únicamente nos encontramos con nuestras propias proyecciones de Dios, está también la auténtica experiencia de Dios, en la que Dios nos habla, en la que su presencia es segura para nosotros, en la que en el fondo de nuestro interior sabemos que ha sido Dios quien nos ha tocado. Pero siempre debemos saber también que nuestras experiencias de Dios se pueden mezclar con engaños, falsas interpretaciones y proyecciones. Más aún: muy fácilmente corremos el peligro de poner a Dios al servicio de nuestros intereses o de utilizarlo para evadirnos de nuestra propia realidad.

Muchas personas dudan de su experiencia de Dios. Sienten angustia al pensar que lo único que hacen es imaginarse a Dios para que les vaya mejor o para apaciguar su ansiedad. Ciertamente la fe está amenazada una y otra vez por la duda. Pues la duda pertenece necesariamente a la fe. Esto nos obliga a liberarnos una y otra vez de nuestras proyecciones o imaginaciones y a poner los ojos en el Dios verdadero.

Algunas personas hablan de Dios como si lo conocieran bien. Pero sólo tienen conceptos sobre Dios. No es un Dios que les afecte incondicionalmente y al que hayan experimentado. Con frecuencia, esta manera distante de hablar de Dios es como una defensa frente a la verdadera experiencia de Dios. Estas personas piensan que hablan de Dios, pero como dicen los psicólogos, en realidad están expresando su angustia frente al padre autoritario, o su rechazo a una madre acaparadora.

Cuando se habla de Dios, entra siempre en juego la experiencia de la propia vida. En el concepto <<Dios>>, debemos fijarnos bien en lo que dice. Cuando se habla de Dios, entra siempre en juego la experiencia de la propia vida. En el concepto <<Dios>> ponemos a menudo nuestro deseo de superar las heridas que nos causaron nuestro padre o nuestra madre. A veces, nuestra manera de ver a Dios está contaminada por estas heridas que, antes tendríamos que regresarnos hasta la experiencia que las causó, para poder encontrar después realmente a Dios. Entonces, nuestra manera de hablar de Dios cambiaría. Ya no hablaríamos objetivamente de Dios para mantenerlo alejado de nosotros, sino que nuestras palabras serían la expresión de nuestra experiencia, y Dios resplandecería como el misterio que nunca podremos encerrar en nuestras palabras, pero sí al menos tocarlo por medio de ellas.










CADA LUNES DESDE ALGÚN LUGAR DE JALISCO


EFECTOS NEGATIVOS DE LA REFORMA FISCAL


Fernando F. Velasco Villa SDG


La llamada Reforma Hacendaria, perjudica a la larga a todos, al encarecer el costo de hacer negocios en México, atentar contra la productividad, de las personas y empresas nacionales y extranjeras que crean y mantienen fuentes de trabajo. Empresas alemanas, declararon que ya no invertirán en México (la planta que iba a instalar Mercedes Benz, se construirá ahora en Brasil).

De acuerdo a las previsiones de la Ley de Ingresos, el gasto del gobierno, se incrementará de $3,957,000,000.00 pesos, previstos para este año, a $4,480,000,000.00 pesos, para lo cual, aunque lo que más ha llamado la atención son los nuevos IVA’S a colegiaturas, alimento de mascotas, espectáculos, transporte foráneo, chicles, créditos hipotecarios, venta de casas, y aumento en la frontera del 11% al 16%; la recaudación del IVA sólo se prevé que suba 1%, en cambio la del Impuesto sobre la renta: 27%, la del IEPS 311% y el endeudamiento, casi al doble.

Se ha manejado que la Reforma va contra las empresas más grandes porque se acaba la consolidación fiscal, pero sólo se sustituye por: Integración Fiscal. La Nueva Ley de Impuesto Sobre la Renta tendrá 186 artículos, en lugar de los 295 que tiene la actual del 2002; se quitan regímenes preferenciales y tratamientos de excepción, como las cooperativas agrícolas y las SIBRAS –Sociedades Inmobiliarias de Bienes Raíces-; las cuotas del IMSS de los trabajadores ya no serán deducibles; los demás gastos de Previsión Social exentos para el trabajador, ya no serán deducibles en un 59%; hay un nuevo gravamen a pago de dividendos del 10% (y ya que hay tratados internacionales que no permiten que se cobre a extranjeros, será un impuesto corporativo).

Todos los sectores empresariales resultan afectados, por medidas generales como el nuevo cálculo de cuotas del IMSS, pero además con otras, que afectan a cada actividad: a la agrícola, al desaparecer los AGAPES –sector primario- y por el nuevo impuesto a plaguicidas; los socios de SOFOMES –Sociedades Financieras de Objeto Múltiple- ya que se homologa su tratamiento al de otras Financieras; las asociaciones de beneficencia, por el límite máximo en los gastos deducibles para las personas físicas y ya que no serán deducibles los donativos en especie, salvo que sean de subsistencia humana; los grandes despachos contables, al eliminarse el Dictamen Fiscal; el sector automotriz, porque se reduce aún más el monto deducible, de 175 mil a 130 mil pesos –y las rentas de $250 a $200 pesos diarios- y porque se elimina la exención del IVA en la introducción a depósitos fiscales ; las refresqueras al pretender cobrar un peso por litro a bebidas saborizadas con azúcares añadidas ¿por qué a los refrescos y no al pan, o a las papitas?

Los agentes y apoderados aduanales, porque se eliminan esas figuras; la industria minera, a la que se aplica un nuevo Derecho de 7.5% sobre la utilidad y otro más de 50% de cuota máxima si no se explota la mina, que sube al 100% a partir del doceavo año, más otro impuesto, a los ingresos derivados de la enajenación de oro, plata o platino y se elimina la opción de deducir el 100% los gastos de exploración, en el año en que se originen; aunque uno de los más perjudicados es la industria maquiladora, que deberá exportar el 90% de su facturación, se limitan los shelters a un máximo de tres años, y se elimina el tratamiento exento de IVA para importaciones temporales y recintos fiscalizados (lo que afecta no son sólo a industrias en la frontera, sino a las radicadas en Guadalajara como Flextronics, Continental y Jabil).

Desaparece el Régimen Intermedio y REPECOS –Régimen del Pequeño Comercio-; a quien venda su casa, se le reduce la exención a una sexta parte –de 1,500,000 UDIS a 250,000 UDIS-; aunque desaparece el IDE –Impuesto a Depósitos en Efectivo-, se obliga a las instituciones financieras a informar al SAT depósitos de más de quince mil pesos en efectivo; el Seguro contra el Desempleo operará sólo para los que tengan más de 2 años cotizando en el IMSS o ISSSTE, sólo una vez cada 5 años, a quien tenga 45 días continuos desempleado y se recibirá el primer mes el 60% del sueldo, el segundo mes el 50% y del tercer al sexto mes el 40% (se tomará del 5% que las empresas aportan al INFONAVIT o al FOVISSTE); Y se dice que lo peor, aunque no se ha publicitado, son los cambios en el Código Fiscal, en el que se propone por ejemplo que publicarán nombre, denominación, razón social y RFC de quienes no cumplan con sus obligaciones fiscales, que los accionistas ya no responderán solamente por su aportación y que los asesores fiscales serán penalmente responsables de los delitos fiscales.

Aunque algunos gravámenes contemplados en la iniciativa, pueden desaparecer –como el IVA a colegiaturas, rentas e hipotecas-, el golpe al sector productivo, provocará desempleo, recesión económica y salida de capitales, porque mientras en la mayoría de países se dan facilidades a la inversión, se reducen las tasas del Impuesto Sobre la Renta y se grava el consumo, aquí, nuestros políticos y genios gubernamentales, han decidido hacer lo contrario. Hasta la próxima semana.










ALGO MÁS QUE PALABRAS


Víctor Corcoba Herrero


LA GRAN OPORTUNIDAD PARA EMPEZAR DE NUEVO


A veces pienso que somos una sociedad de fracasados que precisa levantarse con urgencia. Nada es definitivo y lo que cuenta es el valor para continuar. Es cuestión de esforzarse, de trabajar por una sociedad afín con sus palabras. De nada sirve hablar de los derechos humanos, si luego se menosprecia la vida. Para empezar, hemos perdido la memoria a pesar de reivindicarla por todas las esquinas. En ocasiones, nos quedamos en las meras escenas como unos fríos televidentes. No sentimos la desesperación como propia, disfrazándola de palabras vacías, de actitudes encubiertas que no conducen a la rectificación. Lo peor de todo este desajuste es que muchas personas no viven, porque vivir es luchar por cambiar, por construir un mundo más habitable, por ser mejor y más humano. Es cierto que no podemos dejarnos llevar por el pesimismo, pero tampoco por el optimismo, ni por las ideologías, nada justifica este mal que nos inunda, es cuestión de abrir bien los ojos, sobre todo los interiores, y de interrogarnos sobre cada fracaso nuestro, si en verdad nos ha enseñado a caminar de otro modo.

Los que se desaniman ante un fracaso es porque no tienen alma y han renunciado a vivir. Somos seres en continuo aprendizaje. Tenemos que aprender a empezar de nuevo en cada amanecer. No podemos permitir que a los niños no se les deje ser niños, que los jóvenes piensen que lo saben todo y se les robe la esperanza de futuro, que los adultos que todo lo sospechan no hagan nada por modificar comportamientos, y que a los ancianos se les recluya con la soledad como compañera. Todos estamos, pues, en cierta manera, dejándonos aplastar por los acontecimientos del presente. Tantas veces la desesperanza supera al horror, que ahí está la oleada de migrantes en busca de nuevos horizontes. No importa que haya que lanzarse al mar, o arrojarse a un hábitat desconocido, pesa más el deseo de proyectarse otra existencia, de forjarse un porvenir, de ver la manera de reaccionar ante tantas injusticias. Muchas veces habrá que comenzar de nuevo, otras será suficiente con rectificar para salir del hundimiento social. Lo que no cabe es la resignación en un mundo de mentiras. Tampoco podemos contemplar indiferentes el drama de tantos seres humanos. Cada uno de nosotros, al fin al cabo, estamos llamados a instaurar en este mundo nuestro la cultura de nuevos logros, como la del encuentro.

A mi juicio, lo importante es que todos los grupos sociales sientan un mismo sentimiento de pertenencia a la especie, sin el cual, todo está condenado al desengaño más cruel. Así, el fracaso de Naciones Unidas es el fracaso de todos y de cada uno de nosotros. Las mismas contiendas o guerras son el fracaso del mundo civilizado. Es cierto que cada ser humano puede crecer en humanidad, valer más, y en consecuencia ser más, para ello precisa la energía de su inteligencia y de su voluntad. Conseguido este desarrollo, la sociedad tiene que vencerse a sí mismo (y convencerse a sí misma), que nunca es demasiado tarde para reiniciar la construcción de un orbe más hermanado. Mientras los pueblos pobres permanezcan siempre pobres y los ricos se hagan cada vez más ricos, la frustración está servida. Y la sociedad estará cada vez más enloquecida y enferma. No entenderá el deber de la hospitalidad, porque todo se supedita a un interés, el del negocio. Y ya se sabe, convertida la vida en un espacio de finanzas todo se convierte en macabro y grotesco, hasta la misma comprensión de la verdad. Desde luego, una sociedad que no tiende puentes, que no logra aceptar a los que sufren y que no es capaz de auxiliarles, más pronto que tarde se desmorona. Es evidente, que no se puede reducir la existencia a la esfera de lo económico y a la satisfacción de las necesidades materiales, se precisan otros cultivos menos opresores, que acumulen menos odios y rencores.

Indudablemente, debemos retornar a la dimensión humana, a crecer en el ejercicio de la conciencia de los derechos humanos, en propiciar la razón y la creatividad del ser humano, en no temer a las caídas y en poder realzar otra mentalidad más participativa e inclusiva. Para iniciar el camino del cambio, considero fundamental convencernos sobre lo políticamente correcto, que casi nunca es neutral. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, teniendo en cuenta que no es posible la convivencia sin el respeto por el semejante. A mí me parece muy escandaloso que al ser humano se le injerte dentro de una sociedad de capital en lugar de una sociedad de personas, y ésta se subdivida en triunfadores y fracasados. Verdaderamente un colectivo social que solo piensa en los éxitos, que no considera el fracaso como parte del despertar hacia el triunfo, se convierte en un ciudadano egoísta, que no verá más allá de sus propios ojos. A veces los diálogos serán difíciles o incluso inviables por diversas razones, pero es desde esta pedagogía de la dificultad como a veces se llegan a cimentar los afectos más fraternos. Sin duda, para lograr cualquier éxito siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios.

Por consiguiente, el momento actual que vivimos, nos insta a trabajar sin tantos triunfalismos ambiciosos, pero también sin tanto doblegarse a lo económico. La búsqueda del crecimiento económico a toda costa no es la solución. El falso avance ha distorsionado el verdadero significado de la universal dicha de sentirse bien. La falsedad de sociedades deshumanizadas, pero muy poderosas económicamente, han destruido hasta nuestro hábitat natural. Si nuestros esfuerzos para lograr la recuperación humana, antes que económica, se rige por los valores predominantes del consumo excesivo, la explotación, la codicia y el poder, está visto que mejor no levantamos cabeza. Tenemos la gran oportunidad de avivar una ética gobernanza mundial, que considere la sostenibilidad ambiental acorde con la realidad ciudadana, para dar una respuesta contundente a las diversas situaciones. Más que el mundo de las finanzas y de los negocios deben interesarnos el mundo de las personas. Estamos en un nuevo tiempo, y como tal, debemos cambiar desde los tonos y los timbres hasta los lenguajes y las expresiones. Hay que llegar a un consenso, y para ello se precisan menos oradores y más personas de verbo, menos demagogos y más ciudadanos de servicio, menos retóricos y más pobladores de mundo. En definitiva, se trata de aumentar la coherencia entre lo que se predica y lo que se hace, con un sentido de compromiso real, puesto que todos, unos en mayor medida y otros en menor, somos responsables (y sin excusas) de lo que nos sucede en el planeta.

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